De las directivas a la afición

Tal vez algún día conozcamos en detalle la extraña cocina que rodeó el fichaje de Iban Zubiaurre por el Athletic y, más concretamente, las idas y venidas en aquel sukalde de Lamikiz, del aita del futbolista, del entonces candidato Santos y de algún iluminado erigido en garganta profunda del entorno del GBB de aquel momento, así como de otros “susedidos” acontecidos en Mendaro, pero mientras tanto deberemos quedarnos con los hechos… públicos.

Esta semana conocíamos el que, hasta la fecha, es el último episodio del “culebrón Zubiaurre” que, además de haber sido uno de los detonantes de obligada salida de Lamikiz de Ibaigane, va camino de saturar la paciencia de cualquier aficionado al fútbol o, en su defecto, al Athletic. Hasta ese momento, se trataba de una cuestión circunscrita a la carrera profesional del jugador y, sobre todo, a la eventual responsabilidad del club. Pensar en deducir de aquel litigio otras consecuencias (deportivas o de resultados) para el Athletic, hubiera sido engañarse ya que la trayectoria –deportiva- del equipo en las últimas temporadas tiene raíces mucho más complejas que la ausencia de Zubiaurre en la alineación.

Pero con las decisiones que conocimos el lunes, parece que alguien ha querido cambiar el escenario y, sobre todo, “socializar –y nunca mejor dicho- el problema”. Con el anuncio de la ruptura de relaciones con la Real Sociedad da la impresión de que la Junta Directiva bilbaína quiere convertir lo que hasta ahora era “su” problema, derivado de “su” error, en un distanciamiento, si no un enfrentamiento, entre las aficiones. ¿Que no quiere, Vd. -Sra. Urkijo- y su Junta, sentarse a la mesa con los directivos de la Real?, me parece muy bien, allá usted, pero por favor no traslade su problema a las respectivas aficiones, que ni hemos provocado la situación actual, ni nos corresponde darle una solución.