"Dime de que presumes y te dire de qué careces"


Cualquiera que siga mínimamente de cerca la gestión municipal con la que Alfonso Alonso y sus “siete (+1) magníficos” nos están obsequiando a la ciudadanía, no tardará en llegar a la conclusión de que algo grave está pasando. O alguien en el Ayuntamiento ha traspapelado sus funciones de gestor municipal, y las implicaciones que ello comporta, con las del "Flautista de Hamelin", o nos han tomado definitivamente, a los vitorianos y vitorianas, por “tontos de baba

Que ¿a qué viene semejante introducción?, pues a lo que sigue...

Si algo ha distinguido, desde el "comienzo de los tiempos populares", el estilo del actual equipo municipal, ha sido la absoluta incapacidad, demostrada científicamente, de escuchar. La sordera de la que Alfonso Alonso ha hecho gala en cuanto a lo que podían decir, preguntar, aportar, sugerir o exigir los ciudadanos gasteiztarras ha sido norma de la casa. O lucías en la solapa el “salvoconducto de la gaviota” o la puerta y los oídos del consistorio estaban cerrados a cal y canto… como mucho una sonrisa de compromiso y “vuelva Vd. mañana”.

Si los ejemplos de propuestas, exigencias o aportaciones ciudadanas de cualquier tipo no atendidas se podrían encontrar en cualquier colectivo o sector que examinemos (tecnicos municipales, asociaciones de vecinos, policía municipal, trabajadores del aterpe, enseñantes, etc…), me quedo con los que a mi juicio han sido paradigmáticos: la absoluta exclusión de toda la oposición municipal de cualesquiera instancias de decisión y la negación del turno popular en el Pleno municipal a los vecinos que en tiempo y forma lo han solicitado.

Pues bien, conociendo semejante hoja de servicios en cuanto a diálogo y negociación, tener estos días que aguantar el baño de populismo que Alfonso y su “troupe” pretenden darse a cuenta del recién estrenado Consejo social y del "flamante" Comité de niños, asesor municipal en materia de política infantil, resulta cómico.

Escuchar que “el Ayuntamiento de Vitoria impulsará la creación de un grupo formado por diez niños que participarán en la toma de decisiones sobre políticas relacionadas con la infancia” y que “el Consejo Social, como máximo órgano consultivo de participación ciudadana, se compromete a dar voz a los problemas de los vitorianos ” es, como decía al principio, para pensar que alguien en el ayuntamiento ha perdido el juicio o que, en otro caso, ese mismo alguien piensa que somos todos los vitorianos los que lo hemos perdido.

Aguantar semejante sesión de “autoestima municipal” el mismo día que determinada asociación de vecinos de Gasteiz denuncia la falta de respuesta del Ayuntamiento a los requerimientos que viene formulando por escrito desde hace meses es, en el mejor de los casos, cómico.

¿Tomaremos nota de una vez los vitorianos, o nos gusta este papel de vecinos del ayuntamiento que más y mejor consulta, pero el que menos escucha?