Que se vayan, se vayan, se vayan...


Con este estribillo comenzábamos una conocida canción los demócratas vascos en toda clase de concentraciones y manifestaciones al final de la década de los setenta y comienzos de la de los ochenta, reivindicando la marcha de Euskadi de las fuerzas de la Gristapo y de la Guardia Civil que tanto se habían distinguido durante los cuarenta años del régimen fascista con la represión contra la democracia y que tantos miles de crímenes llevaban sobre sus espaldas.

Por cierto conviene recordar que el primer crimen cometido en Euskadi al comienzo del alzamiento fascista, lo realizaron guardias civiles en Iruña asesinando a su propio jefe el mismo 19 de julio de 1936.

Hoy día, es necesario reconocer que algunas reformas sí han visto la luz, aunque todavía vivimos bajo una Constitución española que, dadas las circunstancias del momento en que se fraguó, tuvo que recoger en su articulado elementos esenciales del ordenamiento fascista y que no la hacen comparable con las Constituciones de la Europa democrática.

Entre estos elementos cabe destacar el papel que le asigna al ejército, con un articulado comparable a lo que podemos encontrar en las Constituciones rusa y turca, pero de ninguna manera en las de la Europa democrática.

Pues bien, otro elemento que no ha sufrido reformas después de la llamada transición ha sido el poder judicial, esencial en un estado de derecho democrático. Actuaciones de determinados jueces en los últimos años en diversos ámbitos son hoy día impensables en la Europa democrática, pero vienen amparadas por el hecho de que no se ha efectuado la reforma del poder judicial para que sea equiparable con lo que funciona en la Europa democrática.

Por ello el título de estas líneas viene a cuento ante el hecho insólito en una democracia del proceso abierto al Lehendakari vasco por determinados jueces que pudiera parecer que funcionan al amparo de la Constitución turca o del ordenamiento jurídico marroquí. Pues no, lo hacen al amparo de la Constitución española.

Ante esta situación creada por determinados jueces que siguen las consignas de la extrema derecha, es decir del neofascismo, parece necesario que, de nuevo, los demócratas vascos volvamos a salir a la calle cantando el que “se vayan, se vayan, se vayan” para forzar su salida de Euskadi. Si los demócratas españoles no son capaces de adecuar su Constitución a la Europa democrática, si no son capaces de adecuar el poder judicial a lo que resulta en la Europa democrática, los demócratas vascos no estamos dispuestos a soportar esa situación. Sobre todo teniendo en cuenta que la legitimidad democrática de la Constitución española en Euskadi es ni más ni menos que la resultante del único referéndum celebrado para preguntarnos sobre la misma. Una ves más conviene recordar que el 28% de los ciudadanos de Gipuskoa con derecho a voto dijeron sí a la Constitución española, el 32% en Bizkaia, el 42% en Araba y el 48% en Nafarroa. Repito, esa es su legitimidad democrática mientras no se celebre otro referéndum.

En estos momentos en que determinados elementos del poder judicial español quieren retrotraernos a los tiempos del fascismo, el estribillo de que “se vayan, se vayan, se vayan” cobra toda la actualidad para exigir eso, que se vayan.

Ezkibel

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