Ojos que no ven, corazón que no siente


Ojos que no ven...

Que se lleven unos bollos para el muerto de hambre ése”. Son palabras pronunciadas por Usandizaga, concejala donostiarra por el PP. Algo más le hará falta al no arrepentido De Juana, esqueleto viviente postrado, atado de pies y manos, en el 12 de octubre. Con 92 días sin comer difícilmente podía ser otra la imagen. Ojos que no ven, corazón que no siente. Sabemos de miles de críos azotados diariamente, algunos hasta la muerte; de mujeres maltratadas y humilladas constantemente (…). Sólo la exteriorización visual del sufrimiento nos hace ver la realidad.

Cuando la Dirección de Tráfico optó por campañas publicitarias impactantes que incitaran a la reflexión a los conductores sabía lo que se traía entre manos. Quien tomó las instantáneas (buen trabajo el suyo) a un De Juana famélico, para dejar la fotografías en manos del The Times londinense, era consciente de que una imagen vale más que mil palabras. Así ha sido. Todos los rotativos y digitales, tertulianos e internautas vascos, españoles y algunos europeos se han hecho eco de las costillas, puño en alto y cordeles de De Juana.

Algunos, los españoles (Vocento incluido) han incidido en el no arrepentimiento del preso etarra por sus veintitantas víctimas (¡buena pieza el De Juana!) y en la presión de Batasuna sobre el Supremo. No creo que la muerte de De Juana beneficie a nadie, tampoco a Batasuna, donde (no concretamente en Batasuna) los hay, como el portavoz de Askatasuna Olano, que auguran jornadas negras en caso de "asesinato". Otros medios, los más cercanos, se han fijado en que De Juana apoya el proceso y cree más necesario que nunca resolver el conflicto.

Es curioso el maquiavelismo maniqueo dependiendo de la perspectiva. Hace poco Sánchez Dragó entrevistaba a Ortega Lara, secuestrado durante 500 días por ETA y retenido dentro de un agujero de 2,40 por 1,70 metros ¡500 días alejado de todo y de todos! La perspectiva de Ortega Lara sobre las ejecuciones de De Juana y sobre su huelga de hambre es diametralmente opuesta a la de Olano, evidentemente: "El Estado de Derecho y el país no pueden estar bajo la tiranía de unos asesinos, porque los principios de seguridad jurídica y la tutela judicial efectiva quedan en papel mojado. No podemos arriesgarnos a eso, nos ha costado siglos conseguirlo, y ahora tenemos que conservarlo no sólo para nosotros sino para las generaciones que vienen detrás."

Así son las cosas de este país.

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