Hacia un doble ejercicio de unilateralidad


Artículo de Txolo Landaluce y Raul Diaz de Arkaia, miembros de la fundación Euskaria (Gipuzkoa).

Que sea en Euskal Herria junto a Córcega los dos únicos lugares de Europa donde aún exista un conflicto nacional con expresiones armadas y con expresiones violentas también lideradas por los Estados español y francés, es algo que sorprendería a cualquier analista político neutral. También este dato nos indica que estamos ante un conflicto de una complejidad considerable y ante un problema que clama por solucionarse.

Los últimos años se han caracterizado por sucesivos intentos de dar solución al conflicto. Estos intentos tuvieron un impulso especial coincidiendo con otro proceso de paz que se situaba en un contexto bastante similar, el irlandés. Sin embargo, en Euskal Herria, al contrario que en otros lugares los gobiernos de los Estados implicados han hecho todo lo posible para que todos los intentos de solución quedaran frustrados si no iban acompañados, no ya de una rendición del grupo armado, sino de la renuncia a los objetivos políticos del conjunto de fuerzas políticas del movimiento abertzale.

Para complicar más si cabe el panorama, a esto se añade que en Euskal Herria padecemos que el grupo armado en activo, ETA, está afectado de una sordera crónica que le impide oír la petición abrumadoramente mayoritaria para que deje las armas.

Los frustrados intentos de solución negociada, además de producir una situación de bloqueo recientemente calificado como de “shock” social, nos condena a padecer una violencia de carácter estructural y actos de violencia directos multilaterales.

En Euskal Herria seguimos teniendo conciudadan@s amenazad@s, otr@s que pagan bajo chantaje, electos públicos que deben vivir bajo protección. Correligionarios que hacen negocio de la desgracia de sus colegas ( como es el conocido escándalo de las empresas de guardaespaldas), personas cuya vida realmente peligra, cargos políticos que pueden ser secuestrados legalmente y encarcelados, opciones políticas ilegalizadas, torturas, periódicos que se cierran, policías que aporrean por orden políticojudicial…

Tenemos una necesidad perentoria de escapar de este laberinto y salir del estado de shock. Pero a falta de capacidad para ello de los grupos más directamente implicados, ETA y gobierno español, se hace imprescindible un ejercicio de unilateralidad por parte de nuestra sociedad civil.

Estamos hablando de un ejercicio de doble unilateralidad por la paz y la soberanía. Por un lado porque no debe esperar a que los Estados español y francés cedan por buena voluntad su posición de superioridad fáctica sobre el pueblo vasco; y por otro porque no debe esperar a que ETA decida la reapertura de un nuevo proceso hacia el fin del enfrentamiento armado.

Euskal Herria, su ciudadanía, debe de tomar la palabra. Debe tomarla unilateralmente por encima de la legislación impuesta por las leyes españolas y francesas apoyándose en el derecho internacional y en nuestros derechos históricos y por encima de lo que ETA decida hacer. Porque se acabó la dependencia de dos potencias extranjeras que no nos respetan y porque se acabó la dependencia de las decisiones de un grupo de desconocidos portadores de pistolas que no nos escuchan.

Tenemos que decidir y vamos a decidir. Todo Euskal Herria y todas las personas y todos los territorios sin exclusión, aunque la forma de hacerlo, el procedimiento y los contenidos coyunturales tengan que responder al complejo panorama sociocultural y político heredado de siglos de ocupación.