El voto-contra.


Alguien va a tener que inventar el voto-contra. Repasando los distintos mensajes que, estos días, se lanzan desde casi todos los partidos políticos en Euskadi, uno llega a esa conclusión. No se trata tanto de adherirse a un proyecto político, como mostrarse contrario a todos los demás.

Una anecdota: el pasado sábado caminaba por Vitoria y me encontré con el autobús electoral de un determinado partido político. No es el que representa mi opción política, pero aun así me decidí a ejercer de ciudadano responsable y les solicité a quienes lo atendían un ejemplar de su programa político. Me miraron de arriba a abajo, uno de ellos se metió al interior del vehículo, gritó desde dentro: !aqui sólo hay propaganda¡, y conforme reaparecía al exterior me dijo: si quiere un mechero... es lo que le podemos dar. Total, que me quedé sin pograma, pero fumé constitucionalismo toda la tarde... algo es algo.

No me gustaría ser de quienes aun no tienen decido su voto para el próximo día 17. No me gustaría, porque si lo tuviera que decidir en función de las ofertas que se pueden escuchar estos días, lo iba a tener más que complicado. Siempre había pensado que era más fácil explicar lo-que-es que dar a conocer lo-que-no-es, pero resulta que en política es al contrario.