... extrañamente no citada, que dice en su artículo 3.1: “El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla”. Con lo que, evidentemente, soy yo el impedido de ser monolingüe en euskara, y no Usted en castellano. La otra gran duda que me suscitan sus impulsivas reflexiones es la de saber si "la mayor parte de los ciustedadanos” comparte el criterio de Guevara, y de entre ellos cuántos son afiliados o simpatizantes del PNV. No los acuso. Todo lo contrario. Si eso es así, hay que debatir el tema en profundidad, no marginarlo por falsos miedos o estúpidos complejos. En el texto, además, hay mucho donde hurgar.
Las comparaciones del euskara con la txalaparta, el txakoli, considerándolo exclusivamente como un bien cultural milenario a conservar, más propio de un museo, que como lengua viva y práctica, sólo demuestran el carácter acomplejado de quien desconoce esa lengua y le molesta el uso que otros hagan de ella en desarrollo de todo tipo de funciones sociales, aún reconociendo su carácter minoritario y minorizado. De ahí que el argumento de que el euskara tenga “un escaso , por no decir nulo valor funcional en el mundo de la ciencia, de la economía y de la comunicación” está muy bien para El Correo, El Mundo y la Cope, pero no está fundamentado.
El señor Guevara, que ya ha superado la edad de jubilación, jamás se habrá visto coartado por su desconocimiento del euskara, y si en alguno de los miles de actos profesionales, políticos y sociales a los que haya acudido se ha visto desagradablemente sorprendido por la intervención “monolingüe” en euskara de algún interviniente, seguro que se encontraría con alguien que le pondría al corriente. De lo que ya tengo más dudas es que Guevara se haya esmerado en que sus hijos o sus nietos aprendan euskara, aunque sólo sea para entendernos a los euskara-hablantes o no obligarnos (bastante tenemos con la Constitución) a expresarnos siempre y en todo lugar en castellano porque alguien de entre veinte no lo sabe.
Y eso es lo que ocurre, señor Guevara, en las asambleas del PNV: que nosotros, los euskara-hablantes somos los grandes marginados y los más “educados” del mundo mundial, ya que en atención al desconocimiento que de la lengua “propia” tiene el 50% de los asistentes, siempre hacemos uso de la lengua “común” castellana. Y Usted nos acusa de narcotizadores, de imponer el euskara, de que al hablar de bilingüismo sólo pretendemos elevar al euskara a la categoría de lengua predominante de “nuestra” nación vasca. Es Usted, cuanto menos, un gran sinvergüenza, o es amnésico, o vive en la luna de Rodas, o vuelve al circuito mediático-político por intereses nada espurios, si no que muy diáfanos, ahora que huele a elecciones.
Se lo digo porque, usted tiene más entradas y salidas en la política que el Guadiana ¿Hace cuánto que abandonó definitivamente la política con la única pena de no ver a López como lehendakari? ¿A qué se debe ahora esta nueva aparición suya, por mucho que lo disimule con fondo lingüístico? Entre mis “defectos” está el de leer todo lo que escribe, y a fe que lo hace muy bien. Pues bien, en los últimos diez años yo he oído por boca suya de todo, de que se considera profundamente nacionalista, de que abomina del nacionalismo, de que (….), en fin, un sinfín de cambios de ritmos que le llevaron al Plan Guevara, aquel de la Comunidad Nacional, y a aquel artículo sobre la integración de Navarra en Euskadi. Es Usted imprevisible. Este último artículo sobre el euskara me ha defraudado totalmente. Está fuera de tiempo y lugar. Sus mismos argumentos, pero más desarrollados, ya los han expuestos otros ex nacionalistas como Arregi, Salaburu, Unzalu y unos cuantos más. Los suyos sobraban, por falsos y simples.
Ahora, explíqueme, señor Guevara, esta afirmación: “política lingüística (….) permite que auténticos mediocres, cuyo único mérito frente a los demás es tener el euskara como lengua materna o haber aprendido en la mayoría de los casos a chapurrearlo, hayan copado las más altas instancias (…)” ¿De quiénes me habla? Déme nombres. ¿Me habla de los diputados generales, de Cuerda, de los electos alaveses al Congreso o Senado, de las decenas de cargos públicos no euskara-hablantes, como usted mismo, que han representado al PNV? Quizá se refiera a que Bilbao, Ibarretxe (lo aprendió en el cargo), Gonzalez Txabarri y muchos más optaron al cargo no por su valía personal sino por dominar el euskara. Si es así, insisto en lo ya dicho: está Usted en la luna de Rodas.
Por cierto, Guevara, ya lo he contado otras veces, y es muy sabido, pero vuelvo a recordárselo, por si empieza a fallarle la memoria: muchos de los que tenemos al euskara por lengua materna llegamos a la escuela sin saber castellano (esa lengua que la Constitución obliga a aprenderla; también esto se lo recuerdo), y el primer día de clase un profesor traído de Segovia expresamente para adoctrinarnos en el españolismo rompió su vara sobre mi cabeza, sencillamente porque no fui capaz de responder a “¿Cómo te llamas?”. O aquella otra vez que (esto, dos años después) que invitaron a un mago, y yo tuve el infortunio de ser el elegido para actuar de extra en la actuación. El mago, en una de sus actuaciones me pidió que “soplara”. Y yo nada, que no entendía aquella palabreja. Todo dios se reía; también el mago, pero nadie me chivaba, nadie me decía “eiok putz!” porque nadie entendía el significado del verbo “soplar”. Con lo fácil que resultaba “echar viento” o, simplemente, “eiok putz!”.
Y ya ve, señor Guevara, aquel chaval iletrado, aquel aldeano monolingüe, aquel semilla de nacionalista radical está en los cincuenta respondiendo a sus sandeces y falacias en castellano, en la “lengua materna” de usted, porque es la única que entiende. Ni siquiera se ha esforzado en estos 30 años en aplicarse el cuento de lo que usted mismo creó y redacto, el Estatuto de Gernika. Aunque sólo fuera por cierto pudor, ya que para usted “el euskara es de difícil aprendizaje”, se lo haber inculcado a sus hijos o nietos. ¡Qué va!
Usted, como Arregi, Zubizarreta, Uriarte, Azurmendi y compañía han sido unos infiltrados en el nacionalismo, unos agentes secretos del unionismo con una única misión: destruir el nacionalismo desde dentro. Y como no lo han conseguido, pues se empeñan desde el exterior. En balde, señores, en balde. En todo esto, señor Guevara, ¿no tendrá algo que ver su próspero bufete profesional?