Al final van a ser más sensatos los protagonistas que los panegiristas, como suele ocurrir. Rey y príncipes de Asturias coinciden en la nula urgencia del cambio constitucional para abolir la preferencia masculina en la línea de sucesión a Juan Carlos I. Muchos querríamos cambios más abundantes y bien diferentes en el texto de 1978, fruto de la tensión de fuerzas del momento, y con el ‘‘rumor de sables’’ de fondo.

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El hecho innegable es que el actual rey de España lo es por un procedimiento y a partir de unas circunstancias de excepción. No está nada claro que la propaganda de los cortesanos se pueda mantener a lo largo de dos generaciones más, o que tenga los mismos efectos que hasta ahora ha tenido. No son sólo viejas generaciones, como las que acompañaron a Zapatero en Mathausen, portadores de banderas republicanas y ‘‘senyeres’’ esteladas del independentismo catalán las que continúan manteniendo la idea que el sistema político más democrático y acorde con los tiempos es el republicano. Y el paso del tiempo, previsiblemente bastantes décadas, y el entorno más cercano dentro de la nueva Europa, juegan a su favor. También por todo eso parecería carente de urgencias el cambio constitucional propuesto.

Robert Pastor, en Deia (13/05/05)