Avances y cautelas



El Pacto Antiterrorista es ya historia. Al menos en lo que se refiere a su espíritu, que no es otro que la lealtad y respeto por parte de la oposición a la política antiterrorista del Gobierno. Alguno podrá pensar que la ruptura del Pacto será una noticia bien recibida por el nacionalismo vasco que ha criticado sin piedad por lo que suponía de acoso a sus principios. Pero en este momento en el que el Gobierno de Zapatero se dispone a aprovechar su oportunidad y hacer una política bien distinta a la anterior en esta materia, el abandono de la oposición no puede ser bien recibida por nadie que quiera que se termine la lacra de la violencia.

Zapatero y Rajoy se acusaron mutuamente de romper el Pacto. Pero lo cierto es que el primero nunca le puso pegas a Aznar en su cruzada antinacionalista; es el heredero de éste quien se niega ahora a corresponder como debiera. La ruptura efectiva del Pacto, sin embargo, no frenará a Zapatero. En su réplica a Rajoy el presidente del Gobierno dejó bien claro que si se le presenta la ocasión de terminar con ETA no la desaprovechará aunque el PP intente por todos los medios torpedear la operación.

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Es una actitud valiente la de Zapatero. Sus antecesores en La Moncloa también tuvieron su oportunidad. Felipe González negoció con ETA en Argel y José María Aznar hizo lo propio en Suiza. No se le puede negar la oportunidad a Zapatero si encuentra su momento. Y, antes o después, la tendrá.

No cabe duda que ese momento estará ligado a los pasos que se den en la normalización política, al acuerdo político que requiere Euskadi. Zapatero ha dado la palabra que aceptará aquel pacto que concite el acuerdo de las dos terceras partes del Parlamento Vasco, lo que en la práctica quiere decir que no se podrá avanzar sin que el nacionalismo, tanto el PNV como la izquierda abertzale, firmen el nuevo pacto.

Hacer que ese acuerdo sea compatible con la Constitución española, algo que volvió a reiterar Zapatero en el debate, requerirá una lectura más amplia que la actual de la Carta Magna. El actual modelo de Estado es demasiado estrecho para las aspiraciones de los vascos nacionalistas. Un cambio de rumbo hacia una estructura de Estado más federal con capacidad de decisión -y por lo tanto de pactar- de Euskadi podría resultar beneficioso para todos. Zapatero ha sido valiente al afirmar que incluso con la oposición del PP intentará solucionar la violencia política. La misma oposición tendrá para que no se hagan más lecturas de la Constitución que la suya propia y para impedir que retoque la estructura del Estado. Si es capaz de aguantar las embestidas de los discípulos de Rajoy también en este terreno habrá dado el paso que todavía no se ve en el horizonte de la política española. Pero no habrá que perder la esperanza.

Félix Iriarte, en Diario Crítico (11/05/2005 )