¿Para quién es el aviso?

Que el Gobierno Vasco, a las primeras de cambio de esta nueva legislatura, adopte en su Consejo de Gobierno el acuerdo de reivindicar del Estado, una vez más, la transferencia de las competencias pendientes, merece una reflexión.

Partiendo de que nada de lo que hace el Lehendakari es casual, cabe preguntarse: ¿a qué es debido que uno de los primeros acuerdos del nuevo Gobierno Vasco –y sin duda el primero de carácter político- sea precisamente éste de exigir el total cumplimiento de las previsiones del Estatuto de Gernika?

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A nadie se le escapa que el actual Estatuto de Autonomía ha sido, en los últimos años, el estandarte que muchos brazos han alzado y han utilizado como argumento frente a las pretensiones soberanistas que entreveían en las nuevas propuestas de Ibarretxe, y que, por el otro lado, es un marco que se ha considerado superado desde las posiciones del Gobierno que, finalmente, se plasmaron en el acuerdo del Parlamento Vasco de 30 de diciembre de 2004, de aprobación de la Propuesta de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi.

¿Qué lectura hacer, entonces, del hecho de que sea precisamente el pleno cumplimiento del Estatuto de Gernika, la primera demanda del nuevo gabinete?. Se me ocurren varias, y las expongo:

1. La de carácter institucional. Habida cuenta del carácter continuista y de la falta de calado político que se han achacado a su “nuevo” equipo de Gobierno, Ibarretxe, a falta de otros conejos que sacar de la chistera, ha querido dejar claro desde el “minuto uno” que éste es un gobierno que, además de dedicarse a la pura gestión, va a tener el recorrido político que parte de la opinión pública le niega.

2. La de la dialéctica política con el Estado. Se trata de hacer una primera cata para comprobar el grado de maduración de los nuevos tiempos y los talantes que corren –dicen- en el partido socialista . Hasta hace bien poco, a los “López, Ares, Guevaras & Co.” se les llenaba la boca erigiéndose en los “nuevos adalides del viejo estatuto”: pues ahí tienen la pelota, en su tejado,… y que la jueguen.

3. La de consumo interno. Conocidas las discrepancias que, a nivel interno, mantiene el partido nacionalista en cuanto al rumbo futuro de sus estrategias y su política de alianzas, y en un intento de halagar los oídos del entorno inmediato de la ejecutiva nacional, reivindicar ahora las aquellas transferencias pudiera tener su efecto balsámico en esa dimensión interna.

4. Por último, la que igual sólo yo me creo. Es cierto que hay quien presenta a Ibarretxe como próximo a las tesis más progresistas en materia de reconocimiento de la singularidad vasca, pero no es menos cierto que las designaciones y nombramientos con los que ha conformado el nuevo ejecutivo vasco, han sido interpretadas como complacientes con los sectores más autonomistas (los que algún autor calificaba recientemente como “Comunión”) en detrimento de la otra sensibilidad (“Aberri”, según el mismo autor). Ahora, al plantear esta reivindicación, ajustada a la ortodoxia del primer sector y recibir el inmediato rechazo de la misma por parte de PSOE, Ibarretxe estaría metiendo a su zurrón un valioso argumento con el que poder desmentir las pretensiones de pragmatismo y profundización autonómica de la mano del PSOE de quienes, dentro del partido, reclaman esa como la vía a seguir y, tratar de recuperar el recorrido iniciado el 30 de diciembre de 2004, en el Parlamento Vasco.