¿Esquizofrenia social?


Ni soy sociólogo ni me tengo por aficionado a la sociología, pero en los últimos días me he topado con dos cuestiones que quería comentar. ¿Cómo abordar el análisis de una realidad cuando, acerca de ella, la legalidad indica una cosa y es admitida como tal con casi absoluta unanimidad, pero los usos sociales o, por decirlo así, la percepción generalizada de la sociedad, se desdice de dicha legalidad?
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Las cuestiones a las que hacía mención son, por un lado, el conflicto vivido desde hace unos años en Hondarribia en cuanto a la participación de las mujeres en el alarde y, en segundo lugar, la actitud de la sociedad (vasca, en este caso) hacia la inmigración..

En ambos casos, la legalidad es rotunda en cuanto al reconocimiento de los derechos de uno y otro colectivo. Los dictados que el ordenamiento jurídico establece -¡faltaría más, podríamos añadir…¡- en cuanto al reconocimiento de los derechos de unas y otros es incuestionable e incuestionado, al menos desde el punto de vista teórico. Ahora bien, la realidad social es bien distinta.

En el primero de los casos nos encontramos con una importantísima mayoría de los vecinos y vecinas de Hondarribia que, en el plano de los hechos y del comportamiento real, abogan y se enfrentan a quien argumenta la pura aplicación de aquella legalidad y llegan a extremos como los que recientemente hemos conocido. ¿Es que se han echado al monte los hondarribitarras?, evidentemente no.

En cuanto al fenómeno de la inmigración ocurre algo parecido. Si en el plano de las ideas casi nadie (¿) defendería una posición hostil hacia este colectivo, la encuesta que el Departamento de Vivienda y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco realizaba hace unos meses recoge, desde el punto de vista de la dualidad a la que me refiero, algunos datos preocupantes o, al menos, sorprendentes:

1. El 70% de la sociedad vasca exige un sistema más restrictivo hacia los extranjeros que residen en Euskadi.
2. El 55% relaciona directamente la llegada de inmigrantes con el aumento de la inseguridad ciudadana.
3. El 60% de la población defiende la expulsión inmediata de aquellos extranjeros que hayan cometido un delito.

¿Qué nos pasa? ¿Por qué lo que admitimos, e incluso aplaudimos, desde el punto de vista del debate teórico, luego, “en la calle”, en la convivencia diaria, lo matizamos hasta, casi, caer en la esquizofrenia?

5 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Convendría que todos, como conjunto social, hicieramos esa misma reflexión, pero eso no quita para que -a mi juicio- el comportamiento del alcalde de Hondarribia hubiera sido otro. Como alcalde no sólo es el representante último de los vecinos, sino que también lo es de la sociedad organizada en torno a sus instituciones (autonómicas, forales y locales) y valedor, por tanto del ordenamiento jurídico vigente.

Probablemente la resolución de estos temas necesita de una importante carga de formación (o de reeducación, en algunos casos) y en ese sentido Borja Jaúregi ha perdido una formidable ocasión de dar ejemplo.

Tampoco entiendo la postura del PNV de no tirarle de las orejas al alcalde.

13 septiembre, 2005 13:43  
Anonymous Anónimo dijo...

Hay ciertos temas en los que no es fácil ser incorrecto, aunque sea eso lo que te pida el cuerpo. Yo lo intentaré.

En cuanto al Alarde, la primera cuestión a plantear es: ¿cómo es posible que la inmensa mayoría de los hoondarribitarras estén a favor del alarde tradicional y en contra del organizado por la compañía Jaizkibel? Digo bien: en contra. Que yo sepa, no están coaccionados. Todo lo contrario: sin tener nada que ganar en el embido, salen a la calle a expresar su protesta.

¿Son fachas, intolerantes, fundamentalistas? Es imposible que en Hondarribia, donde el nivel económico-educativo-cultural medio posiblemente supere el del resto de Euskal Herria cada año se vuelvan locos. Debe haber alguna otra explicación. Desde luego que la Ley de Igualdad ni aporta ni deja de aportar, no es más que una ley que, en lo que a mí atañe, considero que ha visto la luz por contar este país con este lehendakari un tanto "salva-todo". Con otro, no se hubiera promulagado, muy a pesar de Charo Arteaga.

Planteo aquí una cuestión: ¿qué porcentaje de la población vasca estaría a favor del alarde tradicional y qué a favor de la compañía Jaizkibel? Mi respuesta la podéis adivinar.

El otro tema, el de la inmigración, lo dejo para otro comentario.

13 septiembre, 2005 14:24  
Anonymous Anónimo dijo...

Creo que te entiendo cuando dices que hay ciertos temas en los que no es facil ser incorrecto. No solo creo entenderte sino que, en mi caso personal, la opinión que mantengo -y contra la que no he oído argumentos suficientes que me la hagan variar- es más que incorrecta, pero eso no quita para lo que plantea Zarrato.

Tengo la certeza de que muchas de las personas que, en Hondarribia, defienden el Alarde tradicional y muchas de las que opinan acerca de la inmigración como señala la encuesta, en el "cara a cara" tacharían de "prejurásicas y xenófobas" opiniones "incorrectas" como pudiera ser la mía, pero luego, en otro contexto -el de la encuesta anónima o el de las "fiestas del pueblo", son ellos los que incurren en la esquizofrenia de la que se hablaba en el artículo.

14 septiembre, 2005 11:41  
Anonymous Anónimo dijo...

Inmigración.

El País Vasco vive (y no sufre) su tercera gran oleada de inmigrantes en cien años:

- Finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

- Décadas cincuenta/sesenta/setenta del ya siglo pasado.

- Esta última oleada, todavía en marcha.

¿Cuál es la diferencia fundamental?

- Que en las dos primeras fases eran españoles quienes venían. Ahora son sudamericanos, magrebís, orientales, (...)

- Que el porcentaje de los llegados en las primeras fases era bastante superior, respecto al total de la población, que el actual. Poblaciones enteras de la margen izquierda y de Gipuzkoa están prácticamente habitadas por inmigrantes españoles.

Para los nativos que hemos visto llegar extremeños y gallegos con un saco a su espalda, sin un céntimo y sin tener un lugar donde caerse muertos, observar ahora la llegada de los subsharianos nos resulta una imagen normal.

Alguno dirá que aquellos eran españoles y católicos y estos no. Mi respuesta es que yo no soy español, salvo forzadamente por ley o Constitución, y la mayoría de los llegan son católicos y no musulmanes. Es más: aquellas inmigraciones trastocaron elementos lingüísticos, sociológicos, demográficos e, incluso, antropológicos fundamentales; éstas, hasta el presente, no.

El caso es que hoy la mayoría de nosotros estamos mezclados con aquellos. Sus hijos van a modelos educativos euskaldunes, y aunque haya engarces de aquello en la política actual, el aunto está totalmente normalizado entre nosotros (salvo para los fachas medios de comunicación españoles)

¿Qué impedirá que con los nuevos inmigrantes el proceso no sea parejo?

A lo que planteaba Zarrato: la distancia entre el discurso y la práctica es inmensa en todos los aspectos de la vida.

14 septiembre, 2005 12:58  
Anonymous Anónimo dijo...

Perdonarme que rompa el tono de guante blanco que manteneis en el debate, pero lo de Hondarribia es impresentable. No tengo ni idea de lo que pasa por la cabeza de aquellos vikingos, pero lo de los plásticos negros suena a la edad media, cuando a los leprosos se les recluía en las leproserías, lejos de la "corte" de los señores.
Lo de los inmigrantes me sorprende menos, porque lo que dice la encuesta es lo que muchos pensamos. ¿A quien de nosotros nos dejarían entrar en muchos de sus países de origen sin los papeles en regla?. Pues aquí lo mismo. Si vienen con su documentación, adelante, si no, a su casa. Y la comparación con los vascos que emigraron a américa, no me vale, aquellos fueron "de frente" y sin engaños.

14 septiembre, 2005 13:35  

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