¿Sentarse sin condiciones?


Es curiosa la obsesión que tienen los extremos por advertir los defectos del centro. El PNV ha sido, nos guste o no, la única formación que, hasta el momento, no ha condicionado las mesas en ciernes. Uno de los extremos nos marca su irrenunciable hoja de ruta: el derecho de decisión y la territorialidad. El otro extremo también ha sido explícito, una vez rechazada de plano la enmienda presentada por los donostiarras: El Estatuto de Gernika como guía, y las actuales reglas de juego como marco insuperable. Y claro, si lo uno y lo otro son innegociables, ¿para qué nos sentamos?
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El PNV ha manifestado su respeto hacia un Estatuto reiteradamente incumplido desde las instancias estatales y ha marcado, con la claridad que sus circunstancias internas se lo permiten, cuales son sus pilares ideológicos a los que aspira y a los que no piensa renunciar: pueblo vasco como sujeto político, derecho a decidir su futuro y la aspiración a la unidad territorial de Euskal Herria, siempre contando con la voluntad mayoritaria de los habitantes de sus territorios. Todo en aras a la consecución de un pacto que aúne tendencias y contente a una mayoría.

Otro de los exabruptos es el de la señora Errazti quien, en un desesperado empeño por aparecer en los medios, ha advertido, también ella, que EA (¿quiénes son?) no tolerará desmarques consensuados respecto del Nuevo Estatuto aprobado por el Parlamento. Está claro que tampoco ella se ha leído el documento de Sabin Etxea. Por cierto, mucho me temo que los papeles que más tarde que pronto nos presenten los de EA sean un refrito de lo que hasta ahora han publicado el resto de formaciones.