"En nombre de la verdad". Respuesta a Retolaza


Berria

Traducimos la respuesta a Luis Mª Retolaza que, Javier Caño, Javier Lasagabaster y Juan Porres, publican hoy en Berria.

No nos es nada grato hacer frente a las declaraciones realizadas al diario Berria por el ex consejero del Gobierno Vasco L.M. Retolaza. Nos ha dolido lo que Retolaza ha dicho de el ex lehendakari Garaikoetxea y, sobre todo, nos ha afectado haber faltado a la verdad. Como testigos que fuimos de aquellos hechos, nos vemos obligados a aclarar ciertas afirmaciones (obviando aquellas con sesgo político) vertidas respecto de Garaikoetxea, pues consideramos que la política del Gobierno nos corresponde a todos, incluido Retolaza, por haber sido miembros de él y responsables solidarios.
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1.- Según Retolaza: “El lehendakari me abroncaba por considerar que realizaba una política de hechos consumandos”. Probablemente el problema principal estribe en que en un tema de absoluta prioridad desde una perspectiva política como el de la Ertzaintza, concretamente el de su despliegue, se hable de hechos consumados y se reconozca que ese era el modo de proceder.

En lo que al uso del dinero público se refiere, teniendo como objetivo garantizar el control sobre el gasto público, es preceptivo el cumplimiento, por parte de las instituciones, de normativas ya establecidas. Retolaza no siempre actuó ateniéndose a las normas. Ahora bien, lo que en su día generó conflictos (a modo de ejemplo: la operación de compra de Berrozi y ciertas contrataciones que dieron lugar en interpelaciones parlamentarias) no puede interpretarse como que la actitud normal era la de obastaculizar y poner palos en las ruedas, tal y como pudiera interpretarse de las declaraciones de Retolaza. Retolaza y el resto de los consejeros estábamos obligados a cumplir la normativa vigente. Es sabido que Retolaza nunca sufrió apreturas presupuestarias para llevar a cabo el despliegue de la Ertzaintza, puesta éste era considerado de interés estratégico.

Nunca advertimos que el lehendakari obstaculizara el desarrollo de la Ertzaintza; más bien todo lo contrario. Es más, su apuesta, y en esto coincidía con el resto del Gobierno, fue siempre estricta a favor de una política basada en el “principio de subsidiaridad”, no apostando por una política que sólo buscara el desarrollo y la expansión del grupo de trabajo. La exigencia de que las competencias o las funciones para posibilitar la subsidiariedad sólo pertenecieran a la Ertzaintza estaba contemplada, siguiendo criterio emanado del Estatuto, dentro del programa de Gobierno. También en este aspecto fue estricto el lehendakari Garaikoetxea, al igual que cuando se planteó el despliegue en Tráfico y en el resto de ámbitos: también entonces exigió que constara con claridad el vocablo “sólo”, aún cuando considerara que podíe entorpecer llegar a acuerdos. Retolaza ensalza la actitud de Rosón con el único propósito de reforzar su crítica a Garaikoetxea. Pues bien, es preciso recordar que Rosón, así como otros ministros, terminaron por aceptar el planteameinto del Gobierno Vasco, no sólo de Garaikoetxea. A todos se nos exigía rigor en las negociaciones sobre las transferencias. No es de recibo la crítica a una actitud rigurosa en la interpretación del Estatuto, ya que si hoy disponemos una Ertzaintza integral, es gracias a que, precisamente, a quienes en todo momento rechazaron aceptar la rebaja estatutaria y se mantuvieron firmes en el principio de subsidiariedad.

2.- La lealtad a la política del Gobierno y la disciplina interna, en lo relativo al programa de Gobierno, son los fundamentos inherentes a la figura de miembros de ese gobierno. El mismo nivel de lealtad es también exigible hacia la figura del Presidente y a la aceptación de su principal función. A más de uno pudo extrañar que Garaikoetxea mantuviera, en su segundo mandato, a Retolaza en el Gobierno. Por aquel entoneces era ya candente el conflicto originado por la Ley de Territorios Históricos el tema de Navarra que enfrentó al Gobierno y el Partido. En honor a la verdad, ya que fuimos testigos de ello por conversaciones mantenidad con el propio lehendakari, Garaikoetxea pudo optar manterner a Retolaza por no aumentar la tensión que hubiera supuesto una decisión que, a su vez, huiera sido interpretada como depuración y hubiera alimentado, aún más, la polémica. La actitud de Garaikoetxea es muestra inequívoca de su lealtad al Partido, incluso en las situaciones más conflictivas.

3.- Las acusaciones que Retolaza vierte sobre el proceder del lehendakari Garaikoetxea el 23-F nos resultan lamentables, dolorosas e injustificables. Retolaza conoce perfectamente toda la verdad. Conoce qué tipo de contactos mantuvo el lehendakari con la Casa Real. Hechos que son narrados detalladamente por Garaikoetxea en su libro La Transicción Inacabada; y a él nos remitimos nosotros.

Lo que resulta del todo incomprensible es que el PNV optara por Garaikoetxea como mejor candidato a las elecciones, si resultan ser ciertas las acusaciones que, después de 1986, contra su figura se vierten respecto de su actitud el 23 de febrero de 1982.

Los hechos demuestran bien a las claras que ni el Partido ni la ciudadanía tenían motivos para reprochar la actitud de Garaikoetxea, como quedó bien demostrado en las elecciones: fue nuevamente aupado a la lehendakaritza, con mayor apoyo que cuatro años antes.

4.- Tampoco comprendemos el afán por mezclar ahora las escuchas ilegales que el lehendakari sufrió con el 23-F, como tampoco comprendemos el coraje para afirmar, seis años más tarde, que “las escuchas ilegales fueron un montaje del propio Garaikoetxea”. Para cualquier lector resulta inaceptable el intento de mezclar la referida frase con el 23-F, por carecer de toda lógica. El juez que llevó el caso de las escuchas sentenció como hecho probado e inculpó a varias personas por su participación en los hechos. Aún cuando quedaron puntos no aclarados, el juez sí que fijó los autores del delito.

El debate político y la crítica política deben observar y guardar ciertas normas. La primera de ellas es el respeto mutuo y el respeto a la verdad. Es absolutamente incompresible que después de tantos años se afirme lo que se afirmado, y a lo cual aquí rebatimos.