J..A. Cuerda y los otros ausentes

Vale para Cuerda lo que dije de Arzalluz : “Cualquier Partido que se precie de serio debe mimar a quienes han sido, y continúan siéndolo, una especie de factotum.” Cuerda ha sido, y es, un personaje clave de la historia reciente de Vitoria; ha sido, y aún es, afiliado del PNV. Es cierto que algunas actuaciones y declaraciones suyas no han gustado a la afiliación. No nos engañemos: el ex-alcalde nunca ha sido un afiliado disciplinado. En eso sí puedo afirmar que su vanidad le situaba por encima de dictados partitarios. He ahí una gran diferencia respecto de Arzalluz. Mientras éste es un apéndice más del partido, Cuerda es un heterodoxo que no considera consubstancial a su ser la pertenencia a un partido político. Esa circunstancia es aleatoria en él.

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A pesar de ello, vuelvo a repetirlo: Cuerda es un afiliado del PNV. Como J.R. Guevara, como P. Ormazabal, como J.M. Ollora, como otros muchos que en su día ocuparon cargos de renombre en representación del PNV, y de quienes hoy apenas se sabe nada como miembros del partido. Exceptuar, en todo caso, a Ollora, que sí suele tener apariciones puntuales. Ansola, ex-diputado general, abandonó el partido con una escueta nota. El sabrá el porqué. Reconozco que no me gustan quienes se han hecho con un cargo, precisamente por ir en las listas de un partido, no por ser ellos quienes son, y después, descabalgados del machito, abandonan el partido por “discrepancias” con la dirección. Discrepancias las tenemos todos.

A quienes se mantienen hay que mimarlos, hay que reconocerles y recordarles su labor; hacerles ver que el partido aún cuenta con ellos. Ellos y muchos otros militantes pueden aportar sus conocimientos, su experiencia profesional y política, y también, cómo no, su propia evolución personal e ideológica. Pueden y deben, creo yo, hacernos partícipes, al resto, de sus reflexiones.

Por eso que en un momento como el actual en que la vida interna del partido se ha difuminado; en un momento en que el batzoki es un bar-restaurante donde de vez en cuando se celebran juntas y asambleas poco concurridas; en un momento en que, del total de la afiliación, sólo se arriman unos cuantos; en un momento como éste es un lujo prescindir de los “ausentes”.