También alumbraron los del PSE


Pues bien, ya está decorada la tercera pata: el PSE ya tiene su documento. Un documento que exige a los abertzales que no impongan condiciones previas en la primera mitad del partido, cuando es más que evidente que la muga imbordeable está puesta por el propio PSOE en el trámite de la carrera de San Jerónimo, en el templo sagrado de la Constitución. Decida Ud. en Euskadi, que en Madrid quedarán bien escurridos sus acuerdos.
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Parafraseando a Mayor Oreja, nos encontramos ante un proceso-trampa, donde el PSE habla de “consenso en la fase resolutiva”, habla de “consentimiento de amplia base social”, habla de que “ningún acuerdo puede ser posible sin que representantes de las dos grandes sensibilidades políticas presten su consentimiento al mismo” y habla de “plantearse objetivos razonables y posibles, y no resultddos ideales e inalcanzables”. Y es una trampa porque, según esos planteamientos, una de las sensibildades siempre tiene capacidad de veto.

Es más, en el caso de que se llegara a algún acuerdo en la CAV o, en su caso, en Hegoalde, siempre les queda la segunda mitad del partido, de lo cual es ejemplo reciente, y aún humeante, el Estatut catalán, aprobado por el 90% en Cataluña, y mutilado en Madrid.

El documento pretende para el PSE la centralidad política. Centralidad por posicionarse alejada de los extremos del PP y del nacionalismo frentista, representado según ellos, más que por cualquier otra formación, por Lizarra y por el Plan Ibarretxe, por los malos del PNV del pasado, frente al nuevo PNV que “ha vuelto a retomar los principios de Ajuria Enea

Es muy difícil que el tótem, el nudo gordiano que dicen va ser la pugna por el Derecho a decidir pase el doble filtro de Euskadi y de Madrid. Es más, yo diría que va a ser imposible. Tampoco es de extrañar que el PNV anunciara su Plan B, ese que habla de la salvaguarda o cláusula garantista para el concierto económico, dentro del marco de bilateralidad Euskadi-España (¡vaya Ud. a saber qué es!).