De aquel Consejo de Administración

Un estimado amigo me sugirió que era desleal airear las discrepancias, que otros no lo hacían, que los trapos del Partido había que limpiarlos en casa ¿Pero dónde? ¿En qué foro? Todo el mundo, menos nosotros, opinan sobre "lo nuestro". En cada territorio campa a sus anchas un clan, relegando al ostracismo a los disidentes. En Bizkaia, Iparralde y Nafarroa los del sector Sabin Etxea, los liberados de la ortodoxia recogida en las ponencias, los transversalistas. En Gipuzkoa y en Álava, los del sector Ajuria Enea, los ortodoxos, los abertzaleok bat.

Yo por ti, tú por mí, el Partido sin barrer y (...) ni sombra de lo que era. Porque esa es la realidad, por mucho que los bilbaos, ibarretxes, imazes, urkullus, egibares, agirrebengoas, camblonges y demás se obstinen en transmitirnos lo contrario. Más parece ésto un Consejo de Administración que un partido con ideales. Así definía Arzalluz, hace ya unos cuantos años, al PP: un Consejo de Administración para la defensa de intereses personales, sin proyecto político definido ¿Nos suena de algo?

Un partido con muchos afiliados (hablan de treintaitantos mil) y poca o nula vida interna. Un partido con el músculo distendido, donde gran parte de los recursos humanos están ocupados en la gestión, y el resto está tan despegado que sólo mantiene como vínculo la cuota anual. Un partido con intereses por arriba y desinterés (¿desidia quizás?) total en las bases. Lo digo con conocimiento de causa.

Un partido que no atrae sino a los medradores. Y, a menudo, ni siquiera a éstos, porque sabido es que ya no es necesario militar para copar sillón y prebendas. Un partido con una media de edad que ronda los 55 años, y donde los menores de 30 años apenas sin son el 5%. Un partido obligado a cerrar batzokis por falta de rentabilidad, y porque no van ni los afiliados. Un partido donde algunas juntas se repiten continuamente, porque ya no queda personal dispuesto a participar en nada que no genere beneficio personal.

Unos afiliados que viven la situación interna desde el exterior. Unos afiliados que debaten en familia y en cuadrilla lo que no se atreven a hacerlo en las juntas, y menos aún en las asambleas. Juntas sin temas que tratar. Asambleas interminables y poco dinámicas que más espantan que atraen a la afiliación.

Afiliación que, sin embargo, aunque mayor, está viva. Todos están al quite de lo que ocurre, de lo que transmite un sector y otro, de cómo transcurren los procesos. Pero desde el exterior. Es el gran contraste: silencio en casa, vida fuera de ella. Se intenta controlar desde el exterior algo que sólo puede transformarse desde dentro, desde la participación, desde el asentimiento o desde la discrepancia.

El Consejo de Administración en el que cada vez más se nos está convirtiendo el Partido, esa élite, esas minorías selectas y rectoras, esos figurantes apenas si necesitan a las bases tocamepelotas, les estorba quien opina, quien transmite vida desde dentro. Arzalluz mencionaba hace unos años al PP como un Consejo de Administración, ¿qué opinión le merece hoy su partido? Pena que no me lea.