El nuevo Estatut


Estatut

Bajo el título de "Mucho ruido y pocas nueces", escribe Salvador Cardús, en Deia: "En ningún caso, pues, el Estatuto de 2006 supone el cambio de fondo buscado y prometido por los partidos catalanistas -y por el propio Zapatero, cuando se comprometió a respetar la voluntad del Parlamento catalán- al principio del proceso. Se renunció a lo "irrenunciable".

El nuevo documento, simplemente, actualiza el anterior; lo adapta a los cambios sociales habidos; intenta precisar algo más las competencias; mejora aspectos formales como es el caso del rango jurídico de la lengua catalana -aunque no suponga necesariamente ningún cambio en las posibilidades reales de mejorar su uso social-; incluye un título de derechos y deberes de una ingenuidad tardo-progresista que debería haber hecho sonrojar a sus señorías y hace juegos malabares para que aparezca la palabra "nación" para luego negarle toda virtualidad política y jurídica".

(...) Dudo mucho que este Estatuto tenga la larga vida del anterior, aunque ha puesto de manifiesto hasta qué punto el poder político catalán es débil frente a las estructuras y las dinámicas estatales. Si se quieren aprender lecciones, las hay para todos. También, quizás, para los vascos.