“Aita, ¿tu te crees que Cristo revivió?”

Así me lo planteó, de sopetón. Quería decir resucitar, claro está. Lo de revivir viene del euskara berpiztu, berriro ere bizitu. Esta vez tampoco anduve rápido de reflejos, por lo que me fui por las ramas como pude. No era ésta la primera vez. Hace dos días me vino con otra “Aita, la Virgen María ¿por qué es virgen?”. Esta vez sí le expliqué que Jesús fue concebido sin pecado (así rezan los papeles), por ser hijo de Dios. “¿Eso es posible?” otra vez él.

Uno sabe que la fe es ciega e irracional. Igualito que ser del Alavés o del Athletic. Que no se puede explicar lo de la Inmaculada Concepción; ni que un señor que orina, bosteza, eructa y caga como el resto de mortales sea infalible; o que un ser muerto pueda resucitar. Todo el Credo es un dogma. Nada de ello tiene explicación racional y, sin embargo, son parte fundamental de la doctrina o creencias cristiano-católicas ¿Qué creyente se las cuestiona? Nadie. Sólo mi hijo y el resto de críos como él.

Dicen que la fe es ciega. Razón, les sobra. Para mí es más sencillo tener fe en Dios, de quien no sé ni si existe, ni si creó el cielo y la tierra, ni si es uno o trino. Ni sé, ni me importa. Además, ni me lo planteo. Reconozco poseer una fe sin preguntas, que no me ocupa y tampoco me preocupa. Ni siquiera cuando el Papa, el Ratzinger que fué, maldice a los homosexuales, los divorcios, los condones y todo eso. Pues ni siquiera entonces. La religión condiciona nuestras vidas bastante menos que el fútbol.

Digo yo que las miles de enfervorizadas adolescentes que días atrás se concentraron ante el Papa en Valencia también engrosarán las estadísticas esas que dicen que las niñas tienen sus primeros episodios sexuales a los 16 años. Y utilizarán condones como las que no estuvieron en la capital del Turia. Y abortarán si quedan embarazadas a los 16 ¿Conoce alguien de alguna opusiana que haya dado a luz a los 16 ó 17? ¿Es que no lo hacen?

A lo que íbamos: la mejor explicación para comprender lo racionalmente incomprensible es decir a los críos que la fe es algo así como creer en el Alavés o en el Athletic. Es algo sin explicación racional.