Imaz e Ibarretxe en Foronda

Este domingo el PNV celebra su día, el Alderdi Eguna, en las campas de Foronda (Vitoria-Gasteiz). El acto central será, sin lugar a dudas, el de las intervenciones del lehendakari Ibarretxe y del presidente del EBB JJ Imaz. No vamos a adelantar acontecimientos sobre los contenidos discursivos, tiempo tendremos la semana que viene de analizarlos. Esta bicefalia, tan característica en el PNV como extraña en el resto de partidos, ha transitado históricamente de forma paralela a las dos famosas almas: la autonomista y la independentista. Los posibilistas y los radicales. Uno tiene la impresión de que sin ellas algo consustancial al partido creado hace 111 años desaparecería.

La distancia de los hechos y el escarmiento son decisivos para formar opinión sólida. Salvo el breve período del Consejo General Vasco presidido por Ramón Rubial el lehendakari de Euskadi siempre ha pertenecido al PNV. Así que el último cuarto de siglo el partido jeltzale ha tenido en su seno a un presidente de partido y a un lehendakari. Tres lehendakaris (Garaikoetxea, Ardanza e Ibarretxe) y una escisión generada y alimentada por uno de ellos: Carlos Garaikoetxea. Como esto de las escisiones es cíclico en el PNV más de uno se preguntará para cuándo la siguiente. Más concretamente: ¿son las diferencias actuales lo suficientemente agudas como para un alejamiento total? Rotundamente: NO.

No es un NO por exigencias del guión; ni siquiera pasional. Es un NO porque no veo tan alejados al presidente Imaz y al lehendakari Ibarretxe. Son dos políticas que se complementan, no constituyen polos de rechazo. Podemos decir que con los papeles trucados, pero el uno no elimina al otro. Tan es así que Imaz, elegido por Rodríguez Zapatero como su portavoz y estandarte en Euskadi, no ha tenido reparo alguno en ceder cancha y honores al lehendakari ahora que éste aportará una iniciativa de calado en consonancia y en la línea iniciada con el Nuevo Estatuto Político hace ya tres años.

Un Ibarretxe con altibajos, pero que resurge de sus cenizas; un guadiana de la política, conocido por su tesón y reconocido por su honradez. Un lehendakari a quien sus enemigos acérrimos, sobre todo el PP y el PSE, lo ningunean por bueno, por válido y por concitar admiración muy extramuros de su propio partido. Un dirigente, el único, que en tanto desbarajuste muestra la brújula. Por eso estorba tanto.

Imaz es de otro pelaje. Más discreto y menos brillante ante la audiencia. La oratoria no es su fuerte. Los últimos 30 años han sido complicados todos, pero asistir a un proceso de paz y de normalización que puede resultar histórico al frente del PNV es una responsabilidad sólo para mentes privilegiadas y personas muy capacitadas ¿Estará Imaz a la altura de las circunstancias? Hay un buen sector del Partido que duda de él. Su misión en este momento crucial es la de colocar al PNV en el lugar que le corresponde asumiendo la esencia de las dos posturas alejadas. Mimbres tiene de sobra.

Ibarretxe e Imaz, Imaz e Ibarretxe, la bicefalia, las eternas dos almas del PNV tienen la obligación de ilusionar a los suyos en Foronda, sin olvidar que otras decenas o cientos de miles de personas estarán con la oreja puesta a lo que se diga. Yo también.