Perder para ganar

Cuentan las crónicas de la época que cuando W. Churchill acudió por primera vez a su escaño del Parlamento, novato él, le preguntó a un veterano compañero de partido (conservador): “- Así que esos que tenemos al frente (laboristas) son nuestros enemigos ¿no?”, a lo que el escarmentado compañero respondió “- No hijo, esos son nuestros adversarios, nuestros enemigos están aquí, entre nosotros". Viene a cuento la cita por un artículo de JL Zubizarreta, ex asesor de Ardanza, ahora habitual de El Correo: “en todo este sucio negocio (se refiere a Gipuzkoa y al PNV), el de fondo y el de su puesta en conocimiento público, está librándose una lucha sin cuartel entre los partidarios de los dos líderes que (…)

(…) en el plazo de muy pocos meses, volverán a enfrentarse por la presidencia de la ejecutiva. No se trataría ya, por tanto, de defenderse del adversario, sino del auténtico enemigo, que, en la ciudad política, habita, como se sabe, bajo el mismo techo. Y, cuando la cosa se plantea así, hasta la idea de «perder para ganar» es, más que idea, tentación.”

Ya antes Zubizarreta se decanta, de manera sibilina, por una de las opciones en pugna en el supuesto litigio interno del PNV que, todavía, en teoría, no ha comenzado ni tiene candidatos proclamados: “El PNV navegaba en esta campaña empujado por un fuerte viento de popa. Soplaba a su favor un nuevo liderazgo, que proyectaba, tanto dentro de la comunidad vasca como fuera de ella, una imagen de sensatez y moderación que prometía ponerle en bandeja esa parte tan sustanciosa de la sociedad que cualquier organización política quiere para sí cuando llegan las elecciones: el llamado centro sociológico.”

“Perder para ganar”. Ese puede ser el lema para algunos. Perder en las elecciones primarias del 27 de mayo para dar la batalla definitiva en las siguientes elecciones al EBB, y aún más en las del GBB. Arriesgadísima apuesta. Si alguien plantea ese escenario, que puede ser el caso guipuzcoano, las consecuencias pueden ser, a breve plazo, gravísimas. En las guerras las batallas, las victorias pírricas, importan poco. Importa el resultado final.

Lo mejor que podemos hacer todos es templar gaitas en otros asuntos hasta el 28 de mayo. Después la campaña puede ser intensa. Será intensa. En las dos semanas que quedan hasta el 27 de mayo mejor si bajamos el diapasón y controlamos los nervios.