Mediocres y haraganes

Habrá quien se haya quedado con el agradecimiento de Erkoreka a Zapatero por “haber hecho lo que debió en proceso de la paz”. Ya lo esperábamos. Este "nada puede reprochársele en este asunto” no ha sido lo más relevante de su discurso, sino su alusión a los “mediocres” y “haraganes”. Ha sido generoso Erkoreka con los mediocres, a quienes los imaginaba siguiendo el debate matutino por televisión. Cien duros a que el 80% de los ausentes no estaban delante de la caja tonta. En cuanto a los haraganes “que se han quedado en la cama” decir que posiblemente alguno ni habrá tocado sábana.

Es desesperante que el erario público pague el sueldo de este montón de empoltronados (nunca mejor dicho) mediocres, no por su afición a la tele, sino por ser políticos vulgares y deficientes. Los hay en Madrid, en Vitoria, en Bruselas, y los imagino, aún más numerosos, en Extremadura y Andalucía. Permitidme el tópico.

Es lo de siempre, ya lo sé. Vamos a repetirlo otra vez. Ese montón de mediocres, haraganes y deficientes debieran estar obligados a acudir a todas las sesiones del Congreso, Senado y demás instituciones, de las cuales cobran, y sin las cuales muchos de ellos se las verían y desearían para ejercer en otra actividad de lustre. No se puede admitir que sean los propios políticos profesionales quienes con su dejación, por su actitud perezosa y hasta negligente colaboren a denigrar, más si cabe, el oficio al que se deben por ser profesionales de él.

No le agradará al portavoz del PNV que esta alusión sea tomada como lo más relevante de su discurso. Lo normal sería que ello le reportara alguna reprimenda de sus señorías. Mucho me temo que la holgazanada ni siquiera se preocupe de enmendar la plana al ninguneado nacionalista del norte. Ellos van a lo suyo. Deben estar allí necesariamente para aplaudir, alabar y vitorear el discurso del líder, sea éste malo, mediocre y bueno. Y deben estar allí para reprender, vituperar y silbar al líder de la otra bancada, sea su discurso malo, mediocre o bueno. En ello les va el cargo y el sueldo; que no el oficio, que muchos están ya sobrados para aprender nada bueno.