Mucho ruido y pocas nueces


Desde luego, el pretendido cara a cara entre Rajoy y Zapatero ha sido un lamentable espectáculo sin parangón en la historia de España. Una tomadura de pelo con ingredientes suficientes como para recordarnos con toda la vergüenza del mundo que la España del circo y la pandereta sigue siendo una realidad inalterable a pesar de los pesares. A saber, desde que los dos aspirantes al trono de La Moncloa aceptaran la invitación de la Academia Española de Televisión, se desencadenó una desenfrenada e incomprensible carrera mediática que aún hoy nos tiene desconcertados. El objetivo, al parecer, y según todos los analistas, era caldear el ambiente para que los clientes potenciales; es decir, los votantes, dejaran todo, cenaran contrarreloj, aparcaran CSI y se apoltronaran en su sillón para asistir como público fiel al programa más aburrido, encorsetado y medido de la historia de la televisión. Y lo han conseguido.

Siete de cada diez personas a las que se les presume uso de razón, siguieron el acontecimiento como si el mundo tocara irremediablemente a su fin. Y la realidad es que hoy ha amanecido y seguimos igual o peor, porque visto lo visto, por favor, que alguien se ocupe de La Moncloa. Rajoy y Zapatero no se enfrentaron, no debatieron, no discutieron, no analizaron, no desgranaron propuestas de futuro, no pudieron hacerlo porque su punto de mira era otro, el de otros, la saga de asesores que entre la elección del traje, la corbata, los zapatos, el maquillaje, los gráficos, los gestos y un largo etcétera, se olvidaron de las expectativas generadas los días previos. No sirven, que alguien se los lleve, por favor. En el día de después, la resaca es un hecho y las conclusiones son como para llevarse las manos a la cabeza. Nos han engañado, nos han tomado el pelo, y la verdad ni Rajoy ni ZP convencieron porque su credibilidad fue mínima, estudiada, demasiado guionizada como para ser creíble, cercana, real.

En términos de lenguaje televisivo, no hubo discusión: todo cara a cara que se precie ha de tener tintes de naturalidad, de tensión, de confrontación, de espontaneidad, aspectos que brillaron por su ausencia. Todo cara a cara que se precie ha de contar con un moderador que modere y no que se limite a contar minutos. ¿Quién ha resucitado a Manuel Campo Vidal? ¿Es que no hay más? ¿Es que la oportunidad no merecía a un verdadero periodista que interrumpa, que centre el debate, al margen de los tiempos? Esto no era un combate de boxeo ni un derbi. Por Dios, si se midieron hasta los tiempos del plano de escucha de los aspirantes. ¿Estamos locos?

En términos periodísticos, cuando se pierde la naturalidad, adiós a la credibilidad. Esto no es periodismo y los periodistas deberíamos ser más exigentes y más defensores de la libertad de expresión de la que tanto presumimos. ¿No es un contrasentido enfrentar a dos candidatos sin enfrentamiento? Estaba pactada hasta la temperatura del plató, la calidad de las sillas y la altura de las cámaras. Por favor, que no nos tomen el pelo. ¿Dónde están los mensajes? ¿Dónde queda el respeto al ciudadano y ciudadana?

En términos estrictamente políticos, cierto es que se tocaron cinco temas: economía y empleo, política social, política exterior y seguridad, política institucional y retos del futuro. Sin embargo, los monólogos de uno y otro se centraron en lo mal que lo hizo uno cuando era ministro de casi todo y lo mal que lo ha hecho el otro siendo presidente de gobierno. Como siempre, más de lo mismo, el horno se volvió a encender con temas como los Estatutos de Autonomía y el terrorismo de ETA. No faltaron alusiones a Serrat, Sabina, Bush y hasta Chávez. De nuevo, tomadura de pelo y a lo grande. Por favor, que se vayan, que se lo hagan mirar…ninguno es apto para presidir país alguno.

Necesitamos líderes que se dejen de actuaciones circenses y que empaticen con los hombres y mujeres reales, necesitamos realidades multicolores, no en blanco y negro. Que alguien nos despierte de esta pesadilla bipolarizada intencionadamente. ¿Acaso Rajoy o Zapatero van a representar los intereses de Alava o de Bizkaia o de Gipuzkoa….? Por favor, Emilio, ponga orden y concierto, lleve nuestra voz a las Cortes, que se hable de autogobierno, de transferencias, de realidades sociales, de infraestructuras, de políticas sociales reales….., por favor, que el señor Olabarria, conocedor de estas artes circenses que no llevan a nada, vuelva al Congreso para que algunos tomen buena nota y ejemplo de lo que hay que hacer. Trabajar, trabajar y sobre todo, ser honesto con el votante que deposita la confianza en sus representantes. Rajoy, Zapatero, Campo Vidal: no nos toméis el pelo, esto no era una fiesta de la democracia. Es una auténtica vergüenza. Veremos la vuelta. El lunes…más de lo mismo.

SDC