Condena (IV)

Artículo enviado por Apátrida.

Jamás podré entender la cobardía de aquellos que se autodenominan la vanguardia de los derechos de Euskal Herria. Un día sí, y otro también, con su ejemplo me convencen más y más de que son un atajo de impresentables, prepotentes, necios y chulos. Todo esto con la famosa barra (o/a; os/as). No esperaba otra cosa de la alcaldesa de Arrasate que aquello que hizo: coger los bártulos y salir corriendo a esconderse en alguna soci del Goierri, donde le insuflarían moral para continuar actuando de la misma manera.

Señora Alcaldesa de Arrasate, permítame usted que le diga que es una miserable y una cobarde, que en esta vida hay que asumir todo aquello que uno ha prometido al recoger la confianza de un gran número de ciudadanos que la eligieron para ocupar el puesto de mandataria del pueblo de Arrasate, entre ellos el de estar firme en su puesto cuando aquellos que usted defiende cometen la tropelía de asesinar vilmente a un ciudadano de su pueblo.

Señora Alcaldesa de Arrasate, usted me ha fallado como mandataria, pero mucho más como mujer. Como mandataria, porque ha huido de su puesto y como mujer, porque no ha tenido los ovarios que la naturaleza le ha dado para engendrar y no ha sido capaz de intentar dar el pésame a la madre, la mujer y la hija (entre otros) de este pobre hombre asesinado.

Señora Alcaldesa de Arrasate, siga usted bailándoles el agua a esa cuadrilla de tarados que componen en la actualidad ETA y sus satélites (entre ellos ustedes los de ANV, que han prostituido estas siglas con un pasado histórico) y regocíjese del sufrimiento ajeno mientras pueda, que ya falta poco para que los ciudadanos, hartos de ustedes, empiecen a escupirles por la calle.

Señora Alcaldesa de Arrasate, siga poniendo carteles de los pobres presos y exiliados en las paredes del consistorio y sigan actuando de “calimeros” llorando por la falta de derechos humanos de los pobres presos de ETA, mientras ellos jamás respetaron ningún derecho humano.

Señora Alcaldesa de Arrasate, váyase usted a la M…. y llévese consigo, la prepotencia, el engaño y la cobardía; y si de verdad cree que el camino es la lucha de clases por medio de las armas, pues usted misma.

¡Cuánto echo en falta aquella capacidad de asumir todas y cada una de las acciones de la que sí se denominó la vanguardia de Euskal Herria! Seguro que se equivocaron en los métodos y mataron igual de vilmente, pero se erguían, miraban de frente y asumían todo lo que hicieron. A ninguno les oirías reclamar por los derechos humanos para ellos y cuando eran detenidos, torturados, juzgados y condenados no se comportaban como peleles; y hasta en la Audiencia Nacional y antes el TOP les respetaban.

Apátrida