La importancia de un mal diagnóstico


Un buen diagnóstico puede ayudar a salir del atolladero, aunque no lo garantice. Uno malo puede hundirte definitivamente. El PNV está en momento de auto-crítica y de demostrada voluntad de enmendar los últimos deslices electorales. Hará bien. Personalmente no suscribo algunos planteamientos que, al hilo de las elecciones del 9M, están aflorando. Estas elecciones no han sido plebiscitarias, y así lo explicitamos al no acudir en coalición, por lo que no se pueden extraer conclusiones como si lo hubieran sido. Tampoco participo de la opinión adversaria de que debemos dotarnos de más talante, cuando el consejo que transmitió a ZP en época electoral fue de más tensión, de más nervio y pasión. ¿No habremos fallado en eso? Cuando el adversario nos recomienda que nos refugiemos únicamente en la buena gestión administrativa es que debemos salir de ella. La población vasco-navarra considera normal vivir bien, y no algo a tener en cuenta a la hora de emitir el voto. Patxi López ha transmitido la idea de la mala gestión que el PNV ha hecho de conflictos enquistados, como el de Osakidetza. Podemos incurrir, al respecto, en un grave error. Ceder supone la necesidad de inyectar decenas de millones de euros para acallar las protestas, pero no garantiza la paz social, pues otros colectivos tomarán nota del asunto, y recurrirán a posturas de fuerza para conseguir sus objetivos. ¿Alguien se acuerda de Euskalduna, Naval, (…)?

Cuando nos dicen que nuestros votos han ido al PSOE puede que tengan razón. No todos están en la misma onda, porque I. Iriondo —contradiciéndose a mi entender— escribía el sábado que 85.000 habituales votantes del PNV se abstuvieron, y no precisamente para fortalecer la postura abstencionista activa del MLNV, con lo que debieran devolver ese porcentaje a la abstención técnica o, cuando menos, ubicarla en otro apartado abstencionista dedicado al PNV. ¿En qué porcentaje disminuímos la abstención auto-atribuída por el MLNV?

En cuanto a los votos habitualmente nacionalistas que ahora pudieran haber engordado al socialismo cabría matizar, más allá del bipartidismo, que el factor determinante de estas elecciones ha sido el efecto ETA/MLNV. Primero porque la inmensa mayoría de la población vasca y navarra ha valorado positivamente la actitud contundente e incluso antidemocrática del Gobierno español —de Zapatero— en casos como el sumario 18/98, el encarcelamiento de toda la dirección del MLNV, la persecución —sin piedad alguna— de todo lo que oliese a ETA o aledaños. Eso, nos guste o no, lo ha valorado positivamente la ciudadanía. También gente habitual del PNV, y han terminado por premier al duro.

Nosotros, mientras tanto, nos hemos dedicado a solidarizarnos con ellos, mientras ETA atentaba, la kale borroka persistía y los políticos no encarcelados nos embestían. Es más —y para colmo de los complejos— continuamos denominando a ETA como organización armada y a sus ekintzas como acciones armadas. La gente está hasta los cojones de ellos y no admite posturas contemplativas. Si a ello sumamos el asesinato del obrero socialista Carrasco y que el cabeza de lista por Bizkaia (Madina) lleva una pierna ortopédica por la acción armada de nuestros gudariños, pues eso.

Cuentan que el PNV ha dejado de ser el partido de orden, y que ya no es sino un partido más. Ni siquiera es moderno (Azkuna dixit). Vale, conforme. Lo que exijo a mi partido no es orden, sino ideas abertzales, firmeza en sus postulados y contundencia en la acción, algo lejos de lo que ahora reclamamos. Llevamos demasiados años evaporados en una buena gestión que no produce réditos. Ahora mismo podemos estar dando la sensación de que no deseamos otra cosa que pactar con el PSOE para mantenernos a toda costa en el poder. Hay que ser valientes, echarle huevos, que no es sinónimo de plantarnos en la calle a lo borrokilla. El PSOE y su cuadrilla de ex devotos de la causa nacionalista, ahora en labores de mercenarios unionistas en Vocento y Prisa, no tuvieron reparo alguno en asumir la bipolarización excluyente de la campaña electoral, tampoco de dar por bueno la llamada a la tensión de Zapatero, ni para reír las salidas de tono de Guerra, González y Bono. A nosotros, en cambio, nos pide recato, marcha atrás. ¿Por qué será?

Tenemos que reflexionar, es cierto. Pero erraríamos si fuéramos en busca de consejo a terreno equivocado. Urkullu ha declarado que el PNV acudirá a ejemplos internacionales y a la sociedad para pulsar el sentir de la gente. Iñigo, te falta un elemento fundamental: acudir a la afiliación. Tiene muchísimo que contar, y unas grandes enormes de hablar y de participar. Alguien del EBB puede darte buena cuenta de ello. Hay mucha gente que tiene miedo a expresarse, a las represalias de las direcciones, a no contrariar a sus dirigentes. Eso es sangrante. Hay que darle la vuelta ya. Si es hoy, mejor que mañana. Porque de lo que la afiliación cuente quizás pueda deducirse que falta tensión, que falla la organización interna, la excesiva elitización de las decisiones, la endogamia de nuestros responsables internos y públicos. Puede que se deduzca que debe haber un giro radical en nuestros dirigentes, que se explayen más apasionadamente. Justo en el sentido contrario de lo que nos aconsejan. Puede que prudente sea actuar a dos bandas. Sólo a una es ahondar en la herida. No lo aseguro, pero puede.

3 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

1. Desde 2005, hay un voto considerado jeltzale que se ha ido quedando en casa. Ya en aquellas autonómicas (que fueron las de la plenitud de Juanjo Ibarretxe). En las municipales y forales, de nuevo, nos afectó la abstención (con efectos demoledores en Gipuzkoa).

2. Llevamos seis años de "bronca" interna que, digo yo, en algo habrá afectado a los sucesivos resultados electorales. Todavía en la última campaña, la sustitución de Txato Agirre por Etxepare (creo que el la Kutxa) fue presentada como parte de "la noche de cuchillos largos" contra cualquier viso de imazismo.

3. Y mientras duraba la bronca, se estaba produciendo la bipolarización PP-PSOE (que es muy anterior y más relevante que dos debates en la tele).

4. En la primera parte del proceso de paz ni el PSOE, ni ETA (ni los suyos) tuvieron en cuenta ni a EAJ, ni a Ibarrtxe. Y no solo eso: se cuidaron muy mucho de marcar territorio. Se ha dado la imágen (e "I.Iriodo" se ha preocupado mucho de resaltarlo en el artículo que cita Gorospe) de que el PNV ya no cuenta para la paz, y, si no cuenta, una parte esencial del plan de ruta del lehendakari se van al garete.

5. Si, en 2004, se entendía que EAJ servía para pararle los pies al PP; en 2008, desactivadas algunas cuestiones, como el "pacto antiterrorista", muchos (sobre todo jóvenes) votaron a Zapatero como mejor antídoto contra Rajoy.

6. El asesinato del trabajador en Arrasate sirvió para movilizar cierto voto socialiusta/españolista, pero no a los abstencionistas que llevan en casa desde 2005.

7. Hay otras cuestiones relevantes. El lehendakari Ibarretxe ha sido incapaz de llegar a acuerdos serios con el primer sindicato vasco. No solo en Osakidetza. Desde Elkarkidetza ha cualquier otro convenio. Idoia Zenarruzabeitia prefiere firmar acuerdos con Comisiones.

18 marzo, 2008 10:02  
Blogger mendi dijo...

Y... ¿qué le ha pasado a mi "diagnóstico"? ¿Lo has borrado tú?

19 marzo, 2008 13:13  
Blogger E.Gorospe "Biturie" dijo...

Mendi, si te refieres a mí, la respuesta, por supuesto, es que no. Yo no censuro nada que se exprese con respeto, que es la tónica habitual en este blog. Habrá ocurrido algún otro error.

19 marzo, 2008 19:42  

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