Las inmediaciones



Es verano. Ausencia de noticias. Hallan una granada en el descansillo de un inmueble. Se inician las pesquisas en busca de un objetivo. En otro inmueble de la calle vive un ex concejal del PP. Podía haber sido su primo. Da lo mismo, se necesitaba una posible víctima. Ya está, ¡iban a por él! Nos cuentan ahora que puede ser una historia de ajuste de cuentas. También da lo mismo: ha servido para engordar el caso. No es que los euskal miliquitos necesiten de compasión. Ahí está el aviso de Urkullu de que también pueden ir a por los jeltzales. Pero la paranoia mediática y la obsesión de los unionistas por ser más agresivos que el adversario es puro patetismo (de eso mismo me acusaba alguien no hace mucho). Ahora resulta que los presos que vean la luz después de haber cumplido con décadas de prisión sólo podrán vivir en zonas determinadas, confinados en territorio liberado. Y con esas historietas y otras miserias ETA alimenta el verano, incluso sin atentados. Es el caso de posibles disensiones internas entre duros y blandos, entre txerokianos y terneristas.