Ondo ibili, Aguirrezabal jauna


Sin duda, Sr. Aguirrezabal, ayer tuvo que ser un muy mal día para Vd. Tiene que ser duro abandonar de esa manera la función pública. No es que haya sido yo unos de sus más destacados admiradores, pero ciertamente es un final que a nadie se le desea. Y tampoco a Vd.

Es fácil pensar que los culpables de semejante trago son los Sres. procuradores que votaron a favor de la moción de censura presentada contra Vd. Efectivamente, la guinda final de ese mal pastel la han puesto los grupos de la oposición (EB, PNV y EA), con la inestimable colaboración del sorprendente D. Juan Carlos Prieto y sus compañeros del grupo socialista en las Juntas Generales; pero un pastel no se hace sólo con la guinda. Un pastel lleva su preparación, su cocina, y únicamente en al final es cuando se le pone el azúcar glass y … la guinda.?

Bien, sabemos ya quien ha decorado el pastel, pero veamos quien lo ha cocinado. Y ahí entra Vd., Sr. Agirrezabal. Usted y sus compañeros de Corporación, con el Sr. Rabanera al frente. Quien ha ido amasando la materia prima que al final se ha convertido en el bizcocho ha sido Vd. solito, con sus decisiones, con sus omisiones, con la forma de abordar las cuestiones (luego convertidas en problemas) que le llegaban a su mesa. Ha sido tal el cúmulo de desaciertos que consiguió usted una masa realmente envidiable para la repostería foral alavesa.

Y luego hacía falta un poco de cocina, de horno. Y eso se lo ha proporcionado su jefe (vale, ex jefe…). Viendo como trabajaba usted la masa, han sido muchas las veces que desde la sociedad civil y, sobre todo, desde las propias Juntas Generales de Álava, han surgido voces solicitando su relevo, su cese. Si alguna de esas voces hubiera sido escuchada por el Sr. Rabanera, hubiera tenido Vd. la oportunidad de librarse de los momentos que ayer le tocó vivir. Alguien hubiera sabido habilitarle una salida más discreta y menos dolorosa, buscándole acomodo en otra función, otra ciudad u otro loquesea…, pero no, el Sr. Rabanera, llevado de su sordera se encargó de introducir en el horno la masa que había Vd. preparado; la introdujo en el horno y… al tiempo teníamos un precioso pastel, al que ya sólo faltaba lo que al principio decíamos, unos pocos adornos y ….a la mesa.

Así han sido las cosas, y no quieran contarnóslas de otra manera.

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