Carroñeros


Buitres

Somos como carroñeros. Sentados en las tranquilas y seguras gradas nos encanta ver el espectáculo del circo, donde unos pocos contendientes se baten a pecho descubierto. Espectadores que no pagan entrada ni se juegan nada. Sólo quieren ver, ávidos de morbo, los navajazos de quienes están dispuestos a jugársela, con nombres o con seudónimos. Así son buena parte de las bitácoras (blog). Ellos no participan, son los anónimos, los cargos trajeados, los ociosos funcionarios, los afiliados enfrascados en la batalla partidaria.

Los graderíos están repletos. En los palcos la gente bien agita pañuelos al viento en cada trance del combate. Las tribunas están ocupadas por funcionarios de diverso pelaje, que hoy están en el circo y mañana en el ágora, siempre de voyeurs, siempre poco ocupados. En la general chusma de múltiple procedencia.

Los actores intervendrán según programa ya establecido por los organizadores de la velada. Las estrellas actúan en contadas ocasiones, siempre procurando (incitando) la ovación, el reconocimiento. Los rellenos tienen trabajo a destajo. Acuden con los unos y los otros ¡Comienza la velada!

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