70 aniversario de los crímenes de Azazeta


El 31 de marzo de 1937 un grupo de falangistas y guardias civiles llegados de Donostia, dirigidos por el requeté de Gasteiz Bruno Ruiz de Apodaka asesinaban a unos cincuenta metros de la cuneta derecha en el kilómetro 16 del Puerto de Azazeta a dieciséis demócratas de diversos partidos y simpatizantes, sacados de la prisión provincial de Gasteiz. Todo ello en nombre de Dios, España y el Rey.

El 26 de marzo de 1937, pocos días antes de comenzar la ofensiva de los fascistas sobre Bilbao, había llegado a Gasteiz Emilio Mola, general Director del Alzamiento fascista exigiendo a las recién nombradas autoridades fascistas mayor acción en la represión, “pues era necesario aterrorizar a la retaguardia en la víspera de la ofensiva contra Vizcaya”.

En la tarde del 30 de marzo se reunieron para tomar café en Hermandad Alavesa, sede de los carlistas, diversas autoridades del Ayuntamiento y de la Diputación provincial junto con conocidos requetés para elaborar la lista de los que debían ser sacados de la cárcel para ser asesinados, lista que comprendía a diversos militantes y simpatizantes de todos los partidos demócratas.

A la una de la madrugada del 31 de marzo se personaron en la cárcel los asesinos y el jefe de Servicios de la prisión, Galo Zabalza, vestido de falangista, pese a no estar de servicio, junto con el oficial de prisiones Gandara fueron a sacarlos de sus celdas diciendo que iban a ser puestos en libertad por orden del Delegado de Orden Público, Pelegrín, quien firmaba la orden, exigiéndoles que firmasen un escrito en el que aparecía que eran puestos en libertad.

A efectos legales esta simulación de puesta en libertad significaba una carga más añadida a las familias de los asesinados, puesto que legalmente figuraban simplemente como desaparecidos y nunca como muertos. Es decir sus mujeres no eran viudas, ni sus hijos huérfanos con todo lo que esto significaba legalmente cara al futuro. Pasados bastantes años se fueron exhumando los restos de Abaitua, Zarate, Collel y Manuel Hernández, teniendo el resto de familiares que esperar hasta el otoño de 1977.

En cuanto salían de la cárcel eran maniatados y distribuidos en dos camiones aparcados, con los que fueron conducidos al lugar del crimen. Los asesinados fueron Teodoro González de Zarate Sáez de Izquierda Republicana, último alcalde elegido democráticamente hasta la llegada de la democracia en 1979, Manuel Collel Aguila de Unión Republicana, José Luís Abaitua Pérez del PNV, Juan F. Díaz de Arcaya Lz de Aberasturi del PSOE, Casimiro Cerrajería Izurraín de UGT, Víctor Alejandre Angulo de PRS, Prisco Hernández Arejola de CNT, Jesús Estrada Abalos del PCE, Daniel García de Albéniz Azazeta de CNT, junto con Francisco Garrido Saéz de Ugarte, José Domingo San Vicente, Constantino González Santa María, Jaime Conca Amorós, Manuel Hernández Ibáñez de Garayo, Antonio García Bengoetxea y Eduardo Cobo González.

A la mañana siguiente el sacerdote D. Pedro Anitua, junto con algunas de las mujeres de los asesinados, se personó en la Comisaría donde en aquel momento se encontraban, entre otros Bruno Ruiz de Apodaka y Galo Zabalza, donde fue amenazado por interesarse por la suerte de unos desaparecidos que “probablemente se habían pasado al otro lado del frente”. Posteriormente sería apercibido por el nuevo Vicario de la Diócesis por “interesarse por la suerte de unos rojos”.

Ezkibel.

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