Reflexión sobre la campaña electoral


Este día anterior a la cita electoral, que también llaman de reflexión, me ha valido para comentar cuestiones de la campaña con los padres y madres de chavales que juegan con el mío a fútbol. Todos ellos, y yo también, coincidimos en lo mismo: la campaña es un coñazo y no sirve para nada. A lo que yo añado, por haber estado en labores de partido, que, además, sólo sirve para quemar un poquito más a los pocos militantes que se prestan para el trabajo desinteresado. Hoy cuentan los medios y dos tonterías más. Y el año que viene otra campaña; y al siguiente, otra.

Las veces que me ha tocado repartir propaganda electoral en la calle he de reconocer que la mayor parte de la gente ha sido amable. Lo han recogido con “gracias”, o se ha negado a con otro afradecimiento”. Poco desdén o desprecio; los clásicos casos de “traidoreak”; o el de dos jarraitxus, a los que distinguirías a 500 metros, que te dicen cuatro tonterías. Aparte, po supuesto, de los incidentes mayores por todos conocidos. Ha habido, eso sí, un comentario recurrente “no, no, ya tengo en casa de todo”; una forma muy elegante de mandarnos a freír espárragos, de decirnos que les aburrimos y cansamos.

Y mañana de interventor. Ayer recogía el sobre en el que, además de las acreditaciones, me encontré, como otras veces, con la lista de las personas censadas con derecho a voto que corresponden a mi mesa. En principio, y en teoría, los interventores debieran sentarse a la vera de los vocales para marcar una señal en las casillas de la gente que ha acudido a votar. Así desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la tarde que se cierra el colegio. Eso es una tontería como un templo.Y lo es porque quienes conforman la mesa lo hacen siempre muy bien, no hay posibilidades de fraude. Y por otra parte porque los partidos no hacen ningún uso de esas listas para un posterior estudio, que es para lo que debieran valer.

Yo propongo reducir en lo máximo los actos de campaña callejeros y concentrarlos en unos pocos con presencia numerosa de afiliación y de candidatos, sin obligar a los de siempre a que se multipliquen. En lo que refiere a las mesas los interventores debieran dedicarse más a estar en el colegio, a informar a quien lo solicite, más que nada a hacer acto de presencia, y no estar todo el día tomando nota de los que votan.

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