Descansa en paz, Asun


¿Qué nos está pasando?, ¿en qué nos estamos convirtiendo?. Me dirijo a vosotros (nosotros), vecinos de Vitoria – Gasteiz. Ya son demasiados los episodios de violencia y, particularmente de violencia contra las mujeres, los que vienen produciéndose en nuestra ciudad. En los últimos días han sido varios los que hemos conocido y, de entre ellos, el más grave, el padecido por Asun Villalba, muerta hace pocas horas a manos de su marido.

¿Y que hacemos?, discutir sobre las actuaciones de la policía autónoma y de los juzgados, y cotorrear acerca de las eventuales responsabilidades que algún plumilla ha querido airear para lograr un titular que le merezca una palmadita en el hombro del “jefe de local”. Y mientras discutimos nos llega la noticia de otra agresión, esta vez en la estación de autobuses, y vendrá otra, y otra. Y mientras tanto, ¿seguiremos conformándonos con reclamar que “hay que hacer algo”? ¿Dejaremos por fin de ser cómplices de esos malos tratos y dar el paso de denunciar al vecino que sabemos que maltrata a su pareja, porque oímos sus discusiones y sus gritos?

- "No eso no, porque estaríamos poniendo en peligro (todavía más) a la mujer que sufre y padece esos malos tratos" , me podría responder alguien.

¿Entonces qué,… que toca?, seguir llenándonos la boca y tranquilizando nuestras conciencias con no-se-qué ensayos de convivencia y de educación en la igualdad en los centros infantiles. Lo siento, pero no es suficiente, ya no lo es. Mientras sigamos teniendo que acudir, como hoy, a los funerales de las víctimas de esa violencia contra la mujer, el papel que nos corresponde y del que nos pedirán responsabilidades nuestros hijos y nuestras hijas debe ser el de agentes activos contra los violentos.

En Gasteiz, es hora ya de “llamar a somatén” y, además de llorar y lamentar, actuar contra quien nos agrede A TODOS.

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1 Comentarios:

Blogger burusoila dijo...

Permitidme unas reflexiones sobre el tema porque es mucho mas complicado de lo que parece.

1º.- Se ha explayado el correo en contar cual fue el peregrinar de la fallecida por las comisarías y juzgados, pretendiendo buscar también un culpable. Pero parece que solo fueron dos ocasiones. Hablar sin haber visto papeles, siempre tiene su riesgo pero aun así, estoy personalmente convencido de que tanto la Ertzantza como el Juzgado han actuado correctamente. La Ertzantza tiene por norma o mas bien por mecánica el ofrecer la solicitud de orden de alejamiento a cualquier mujer que denuncia una mínima “agresión”. Pero esta petición tiene que ser ratificada ante quien tiene la facultad de dictarla. Y si no se ratifica porque se retira la denuncia, obviamente no hay ni trámite ni orden de alejamiento. Y desde luego si la denuncia es mínimamente coherente la orden se concede. Y digo mínimamente coherente porque ¿sabéis cuantas denuncias incomprensibles e increíbles, cuando no con intereses claramente ilícitos se presentan al cabo del año?.

2º.- Pero es que la orden de alejamiento tampoco hubiese impedido una agresión como esta o como cualquier otra. La orden de alejamiento supone que si existe un acoso se pueda denunciar rápidamente, para esperar hasta que aparezca la Ertzantza. Pero nada impide al agresor saltarse la orden y acuchillar a la denunciante mientras va a comprar el pan.

3º.- Y a pesar de esto, se puede decir que el estado ha articulado medidas tan exageradas como inútiles para impedir este tipo de casos. Se han creado juzgados solo para mujeres, tipos penales solo para mujeres, hasta el punto no solo de permitir múltiples casos de abuso (mujeres que cuando se enteran de que no tienen posibilidad de quedarse con el piso, porque no es propiedad del denunciado, o porque es de alquiler, etc, pierden automáticamente todo interés por la denuncia) sino hasta situaciones estrambóticos (un señor denuncia a su esposa porque le ha pegado un sartenazo, acude al juzgado con tres puntos en la cabeza y su parte de urgencias y allí se encuentra con la denunciada que a su vez le denuncia porque tiene un parte de urgencias que evidencia un enrojecimiento en las muñecas que él dice que se las provocó al sujetarle para que no le siguiese dando con la sartén y ella dice que no le ha tocado y que es él, el que reiteradamente le ha sometido a un acoso “psicológico” y que cuando ha llegado le ha gritado y sujetado por las muñecas. Dos denuncias iguales. Cada una con su grado de coherencia y con distintos soportes como son dos partes de urgencias que evidencias dos agresiones de una gravedad muy distinta. Y ¿qué pasa?. Pues que si ella mantiene la denuncia, el Juzgado competente es el Juzgado de Violencia de la Mujer y él se juega seis meses de cárcel del artículo 153 del Código Penal y si la retira, el Juzgado competente es el ordinario de guardia y ella se juega doscientos euros de multa.

Dicho de otra forma, Juzgados y condenas distintas en función del sexo al que se pertenezca. ¿Es justo?.

Y si esto fuese poco, ¿qué pasa con las parejas de homosexuales?.

4º.- Y el balance de llegar a medidas tan a mi entender injustas, ¿cuál es?. Que no sirven.

05 junio, 2007 07:40  

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