Los escrutables designios de Vocento (I):
Política de mentiras


Cuando a algo aplicamos el calificativo de “de mentiras”, incluso el de “de mentirijillas”, lo habitual es concederle un cierto tono intrascedente, casi lúdico o “de pruebas”. En nuestro caso, si hemos utilizado aquella expresión como encabezamiento de estas líneas, lo hacemos pensando en el significado literal de los términos, bien lejos de aquél sentido “menos serio”.

Quien haya seguido la información política que algunos medios escritos han dosificado del viernes a esta parte, posiblemente crea haber “descubierto” un nuevo capítulo de la división interna del PNV.


Esos mismos lectores podrían entender que están ante el último episodio del pulso que mantienen las “dos almas” jeltzales y ello, no porque la realidad de las cosas sea esa, sino porque ese es el escenario que algunos medios se han empeñado en proponer. Es a la actitud de esos medios, a lo que nos referíamos al hablar de “política de mentiras”, ... sutiles pero mentiras al fín. Repasemos los acontecimientos:

A raíz de su investidura como Diputado General de Gipuzkoa y en lo que a las futuras relaciones de su gobierno con ANV se refiere, Markel Olano enmarcaba su política en los siguientes parámetros:

- Considerar el "diálogo como una de las principales herramientas para la pacificación".

- En consecuencia, "el mantenimiento de una vía de comunicación con las listas ilegalizadas, debe entenderse como una contribución para la paz".

- Asumir que, como Diputado General de Gipuzkoa, aquel principio se concreta en el intento de "estructurar un diálogo permanente con los representantes de aquellas listas que, en aplicación de una ley injusta como es la Ley de Partidos, no están representados en Juntas Generales".

- Ajustar aquellas actuaciones “a un planteamiento de legalidad”.

En cuestión de horas, era Iñigo Urkullu quien, a este mismo respecto, reiteraba el "compromiso del Partido Nacionalista Vasco por el diálogo político con todos los partidos", incluído ANV, con quien “se mantienen conversaciones en todos los territorios y municipios”, ubicando la iniciativa anunciada por Olano como una muestra “de la coherencia que mantiene el PNV, que siempre ha apostado por el diálogo, más allá de de lo que son ilegalizaciones o impugnaciones de candidaturas”.

En un estado de cosas de evidente coincidencia entre unas y otras declaraciones, sorprende –aunque menos, por venir de donde viene- la lectura que desde Vocento se hacía de lo dicho hasta ese momento: “La participación de las listas ilegales de ANV en las instituciones divide al PNV”.

Así que, según la versión Vocento, Olano al pronunciarse en nombre del “radicalismo egibariano”, como partidario de proporcionar a ANV “cauces de actuación” en un intento “de favorecer su presencia en el trabajo diario, pasando por encima de la Ley de Partidos”, había hecho necesaria la necesaria matización por parte “del sector del partido más cercano a la cúpula dirigente de Josu Jon Imaz”, empeñado éste en impedir la presencia de la izquierda abertzale "allí donde no han pasado la criba de la justicia”.

¿De dónde se saca Vocento semejante ensaladilla?, ¿a quién quiere favorecer y a quién perjudicar con semejante patraña exegética, que poco o nada tiene que ver, como decíamos antes, con la realidad de las cosas?, ¿cuenta el grupo vocento, con alguna “quinta columna” que, desde determinados reductos del nacionalismo fáctico, “tiran la piedra y… guardan su viña” ?

Cuando, haciendo nuestras las palabras de Egibar cuando ayer advertía que alguien "ha abierto una polémica de modo interesado", es obligado a elevar la vista un poco más allá: ¿cuál –y de quién- es el interés que se podría estar pretendiendo “blindar” con semejante “política de mentiras”?

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