T. Olarte: en defensa de la democracia y la libertad


Fascismo

A Teodoro Olarte le había tocado presidir la Diputación Foral de Alava en las mismas fechas que los militares fascistas habían elegido para levantarse en armas contra el legítimo Gobierno Republicano, tratando de imponer su voluntad sectaria por medio de la violencia, la muerte y el terror, tanto en los frentes de guerra como en la retaguardia de la sociedad civil.

Fue en una de aquellas retaguardias, la vitoriana, en la que a Teodoro Olarte, como a otros muchos gasteiztarras y alaveses, le "tocó", a manos del magma sedicioso de falangistas, requetés y militares rebeldes, pagar con su vida el precio de su lealtad y su dedicación al servicio de este Territorio. Por eso, las palabras de ayer de Ramón Rabanera, suenan a burla… o a senilidad.

Cuando todavía suena el eco -doloroso- de la negativa de Rabanera al reconocimiento, exigido por la Juntas Generales, hacia las víctimas de la represión franquista en Araba, y ello con el argumento de que "los dos bandos pretendían lo mejor”, escuchar ahora de su boca un pretendido reconocimiento a la "defensa de la democracia, la libertad y la legalidad constitucional en Álava", encarnadas en Teodoro Olarte dice muy poco a favor de la mínima coherencia exigible a un Diputado General.

Si la trayectoria de Olarte resulta merecedora de dicho reconocimiento, ¿cómo no condenar a quienes hicieron bandera del atropello “de esa misma democracia, de esa misma libertad y de esa misma legalidad constitucional” que ahora se dice "reconocer" ?.

¿Se “puede pretender lo mejor”, mientras se asesina a quien defiende la democracia, la libertad y la legalidad?

Difícilmente, Sr. Rabanera. La realidad de aquellos bandos que, según sus palabras, pretendían lo mejor, es que mientras los unos defendían unos valores que, incluso Vd. mismo se ve obligado a reconocer, el otro, el de su familia, militaba en el fascismo, la violencia y, como en el caso de Olarte, la muerte.

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