El milagro CAN
![]() Se impone una reflexión. Estamos en un momento crucial dentro del negocio de las entidades de ahorro. A los históricos procesos de concentración del sector bancario ahora se suma una importante actualización de la estrategia comercial de muchas cajas que, de repente, parecen haberse convertido en centros de Feng-shui y todo tipo de terapias alternativas, más allá del tradicional esquema de una oficina donde comprar y vender dinero. La Caixa por ejemplo viene trabajando este aspecto desde hace tiempo pero CAN parece haber dado un paso más allá con su concepto de "Cancha". La sucursal "Cancha" es un local diáfano, transparente, minimalista y de última generación. Lo definen como "un espacio abierto al cliente donde no sólo se hacen operaciones financieras". Es verdad. Te ponen un ordenador con internet, esparcen unas revistas y libros en plan bookcrossing, reservan una esquina para txikipark y por cuatro duros te montan un concierto con artistas del circuito hostelero. De repente, la sucursal se ha convertido en un centro cívico. Y parece que funciona. Dicen los de CAN que uno de los pilares de su fuerte crecimiento actual es la oficina Cancha, donde en tan sólo medio año se genera un 52% más de volumen de negocio que en la oficina tradicional, donde la inversión crediticia crece un 32% más y los recursos administrados un 88%. Así que de aquí a finales de 2008 van a abrir cuarenta canchas más en Euskadi. No es una apuesta puntual, están compitiendo a brazo partido con las cajas vascas por ejemplo en Andalucía y si nos trasladamos a un territorio más cercano, pongamos que La Rioja, CAN ya tiene 17 sucursales por 10 del trío BBK/Kutxa/Vital. Si cogemos otras cifras probablemente podamos dar la vuelta a la tortilla pero da la impresión de que las cajas vascas llevan mucho tiempo dormidas. No puede ser que a estas alturas la estrategia conjunta se limite a ese ridículo pacto de no agresión entre los tres territorios. A día de hoy, entrar a la única oficina de la BBK en Gasteiz es lo más parecido que existe a una regresión a los años 70. La Vital por su parte se está gastando en el edificio-cromosoma lo que no es capaz de gastar en dotar de un mínimo de personalidad a una red de oficinas que, por renovadas que estén, no distan mucho de la sala de espera del ambulatorio. Ya no basta con dar anualmente una cuenta de resultados de beneficios crecientes. No basta con desarrollar una obra social a la deriva entre la caridad y el tradicionalismo cultural (veremos en qué queda KREA). Entre otras cosas, hay que crecer para evitar ser devorados. Basta con que los nuevos competidores meneen un poco el árbol hipotecario para que la Vital, la BBK y la Kutxa empiecen a verle realmente las orejas al lobo. Introducir prejuicios políticos en este escenario como se viene haciendo es un error de bulto en el que seguiremos cayendo hasta que, un buen día, CAN nos monte canchas en los locales del Círculo Vitoriano, en Tejidos Jungitu, en el Campillo y en los cines Guridi. ¿Y entonces qué? Etiquetas: Euskadi |